Las mujeres del siglo XXI, siguen sufriendo violencia machista en el ámbito del hogar. Después de más de 50 años luchando por los derechos de las mujeres, parece ser que no hemos avanzado nada.

Después del sufrimiento que han pasado en su casa, se encuentran que cuando denuncian, los profesionales de la Justicia que les atienden no están formados en Violencia de Género y no detectan los indicadores propios de una víctima de violencia machista.

En muchas ocasiones la mujer no quiere denunciar y se enfrenta a un proceso civil, donde le dan la custodia compartida a su agresor y padre de sus hijos. La Justicia no tiene en cuenta que los niños también han sido víctimas de la violencia, ya que la han presenciado directa o indirectamente en su hogar.

Nos encontramos con que el Sistema nos vuelve a fallar. Por mucha educación en las escuelas que propaguemos que, por cierto, hace mucha falta; por mucho que se haga terapia con las mujeres; si los profesionales de la Justicia no están formados, no vamos a avanzar nunca.

Hay muchos indicadores a tener en cuenta en una mujer que ha sido víctima de violencia de género:

-El miedo. El miedo es un indicador a tener en cuenta, ya que la mujer no se comporta libremente, se encuentra en un constante estado de alerta, esperando que pase algo malo en cualquier momento. Vive presionada por su pareja. Se encuentra en un estado de ansiedad que varía de moderado a alto. Es frecuente que sean o hayan sido víctimas de amenazas de muerte, hacia ellas o incluso hacia la familia de origen de la mujer. Viven con miedo a que estas amenazas se cumplan y puede ser que no denuncien su situación.

-La mujer víctima de violencia de género, no se siente libre y depende del reconocimiento continuo de su pareja, ya que así éste se lo ha hecho saber. NO puede hacer nada sin el consentimiento de él y por miedo a las reacciones violentas de éste, accede a sus deseos e indicaciones. El control por parte de su pareja, forma parte del día a día de la mujer.

-La vergüenza. A muchas mujeres que sufren violencia de género, les cuesta reconocer que están pasando o han pasado esta situación. Se van cerrando más en sí mismas y es muy posible que no se lo cuenten a nadie, o a muy pocas personas. Suelen aislarse socialmente. Se avergüenzan y se culpabilizan ellas mismas por no haber tomado la decisión de separarse antes. Necesitan contención emocional y sobre todo comprensión por parte de los profesionales.

-La depresión. Muchas mujeres víctimas de violencia de género, sufren depresión, debido a que se sienten indefensas en un ambiente violento. La mujer ha aprendido a no defenderse y a vivir con tensión y con miedo. Muchas de ellas desean no vivir y no pueden ni cuidar de ellas ni de sus hij@s. Si no piden ayuda profesional, es probable que su situación vaya a peor.

-Baja autoestima. Las mujeres que sufren violencia de género, manifiestan muy baja autoestima. Sus parejas les hacen creer que no sirven para nada, que quién las va a querer que, sin ellos, ellas no van a salir adelante. A base de humillarlas, insultarlas, despreciarlas, tanto en privado como en público, incluso delante de sus propios hijos, las mujeres van creyendo lo que él les dice y generan una muy baja autoestima. Es muy complicado que, viviendo en este ambiente, pueda una persona tener alta su autoestima y tener un amor propio sano.

-La habituación y normalización, les ha hecho sobrevivir a esta situación tan difícil.  Minimizan las situaciones violentas que viven las mujeres en el ámbito del hogar, ya que no tienen fuerza para enfrentarse a su pareja, por miedo a sus reacciones violentas. Debido a que éste le echa la culpa por todo lo que ocurre, sobre todo si ella no cumple con sus deseos, en muchas ocasiones, las mujeres se lo creen y se culpabilizan si toman sus propias decisiones, incluida la decisión de tomar un café con las amigas, o de comprarse ropa a su gusto, o incluso de ir a ver a su propia familia.  Es preciso una reeducación de la mujer, para que se permita buscar su propio bienestar y su felicidad, ante todo.  Si ella no está bien, sus hijos, tampoco lo estarán. Que recupere su poder personal, su independencia económica y emocional y pueda darse el permiso de liberarse e incluso sentirse culpable de no volver a complacer a su pareja.

-Tienen mucha esperanza en el cambio de su pareja, aunque llega un momento en que tienen que perderla, para esperar de ellas mismas y recorrer su propio camino.

-Son mujeres que anteponen la felicidad de los demás, ante ellas mismas. Y es muy probable que, con esta actitud, encuentren personas que se quieran aprovechar de ellas. Tienen un corazón de oro, a menudo son inocentes y con grandes esperanzas en los demás. Tienden a dar en exceso y se desgastan con personas que no se lo merecen y que abusan de ellas. Es por ello, que es necesaria una reeducación de la mujer, enfocada en la igualdad, en la reciprocidad y en el equilibrio entre el dar y recibir. Dotarle de capacidad para distinguir una relación sana de otra insana.

-Tienen mucho miedo a que sus ex parejas, les haga algo malo a sus hijos, ya que muchos de ellos, aprovechan la oportunidad de la separación y de las visitas con l@s hij@s, para seguir maltratándolas a través de ellos, sin importarles l@s niñ@s sufren.

Así que nos encontramos cada vez más, con que los niños son víctimas directas de la agresividad de un padre, que no ha sido tratado como agresor y que no se le han dado desde la Justicia, los medios posibles para erradicar este comportamiento violento en su vida. La agresividad se va trasladando de generación en generación, como medio para solucionar conflictos que pueden ser tratados de otras maneras (comunicación asertiva). La violencia se oculta en la imagen narcisista del agresor y ejerce poder y dolor hacia los miembros directos de su familia (pareja, expareja e hij@s, incluso los propios padres del agresor, pueden ser víctimas del mismo).

Todos estos indicadores forman parte de la situación que sufre la víctima de violencia de género. Si los profesionales no los tenemos en cuenta, la situación no va a cambiar y no vamos a poder erradicar esta lacra de nuestra sociedad.

La media de una relación donde se da la violencia puede ser de diez años y todavía los profesionales de la Justicia, preguntan por qué la mujer no denunció antes. Bueno, señores, por todos estos motivos y muchos más, incluidos los motivos económicos, ya que muchas de ellas no han podido o no les han dejado trabajar y no tienen realmente, recursos económicos para separarse. Apenas encuentran ayudas sociales.

Respecto al título, qué quieren las mujeres. Las mujeres son personas, con sus formas de ver la vida, como los hombres. Y quieren lo mismo que los hombres, porque es una persona como ellos. Quieren AMOR, quieren que se les quiera por cómo son, por cómo piensan y por cómo sienten. Quieren que se les corresponda por todo lo que dan. Que se les reconozca todo lo que hacen por los demás, quieren respeto. Sufren porque se sacrifican por personas que no las valoran y que las tratan como objetos de satisfacción y como instrumentos para conseguir que las mujeres se sometan a sus deseos, sin reconocimiento ni reciprocidad alguna.

Es nuestra labor asistir a la mitad de la población que representan las mujeres y transmitirles esperanza, ánimo y fuerza para salir de la situación tan violenta en la que viven a diario.  Otras mujeres han salido, vosotras también. Os animo a buscar ayuda y si fuera necesario denunciar vuestra situación, al mismo tiempo que podéis solicitar la separación del agresor.

Un gran abrazo a las mujeres que siguen sufriendo esta lacra social, que es la violencia machista.