Cuando una pareja con hijos, se separa, la relación como pareja finaliza, pero los vínculos permanecen.

Las leyes del Sistema Familiar, no permiten la exclusión, sin graves consecuencias, para los miembros que forman la familia.

Pertenecen a la familia: Aquellos que tienen consanguinidad, que tienen vínculos de sangre, hijos, padres, hermanos de los padres, abuelos, hermanos de los abuelos, parejas (vinculadas a través de la sexualidad y a través de los hijos), personas que han favorecido de manera importante al bienestar de la familia y las personas que han perjudicado gravemente al equilibrio del sistema familiar.

Todos y cada uno de los miembros, tienen un lugar en el sistema familiar y es de ley, dárselo. En este lugar, la persona asume las consecuencias de sus actos y esto la dignifica. El trabajo consiste en conceder a cada miembro de la familia, su lugar y ocupar cada uno el nuestro. Es el único lugar que nos puede dar paz y tranquilidad y desde donde podemos proyectarnos hacia un futuro exitoso. En este lugar, la persona se hace cargo de su vida y asume las consecuencias de sus actos, de lo que le corresponde exclusivamente a ella misma y no se hace cargo de los problemas de los demás, es responsable de ella misma.

Desde este lugar puedo relacionarme a voluntad, desde mi libertad, con una expresión asertiva en las relaciones sociales, con paz interior y siguiendo mi propio camino, con dignidad y con conciencia de mi propia soledad. Una soledad fructífera, porque soy mi mejor amig@ que recorre mi camino, tengo un amor compasivo hacia mí mism@, con buena salud en mi amor propio, con una visión más ampliada de en qué consisten las dinámicas de relación infructuosas. Donde yo puedo medir las distancias afectivas hacia los demás y tengo derecho de ser más o menos cercana en las relaciones familiares, que sean más o menos frecuentes o limitadas las relaciones, dependiendo si éstas me favorecen o no.

Además de tener en cuenta la ley de Pertenencia, es preciso tener en cuenta la ley del Orden. En todo Sistema hay un orden, también en el sistema familiar. Los padres vinieron antes que los hijos y por lo tanto son los mayores y los hijos los pequeños. Los asuntos de los mayores, se quedan entre ellos, no se traspasa a los más pequeños, sin serias consecuencias en la salud emocional de las personas. La detección del posible desorden en el sistema, favorece establecer el orden que da la felicidad a los miembros de la familia.

La ley del Equilibrio, también es muy importante tenerla en cuenta entre los iguales. Los miembros de la pareja son iguales, los hermanos y los amigos también. Todas estas personas si no tienen en cuenta la ley del equilibrio de dar y recibir, sufrirán en las relaciones. Establecer un equilibrio negativo violento entre los miembros no merece la pena, tiene un alto costo, ya que no sería una relación sana y el sufrimiento formaría parte de la vida cotidiana de las personas. En las relaciones sanas, existe un equilibrio positivo, donde las personas se ayudan y favorecen mutuamente, y el equilibrio del dar y recibir se respeta, aumentando en felicidad, conforme más bienestar conseguimos al dar y recibir de forma proporcionada en las relaciones.

En el proceso terapéutico es necesario asumir la culpa buena de experimentar buenas sensaciones en la vida, de experimentar éxito y bienestar. ES necesario dejar patrones de sufrimiento que las personas pueden experimentar con inocencia muchas veces y cierta irresponsabilidad de cuidar de ellas mismas.

Si la persona se quiere enfocar hacia su felicidad, es condición necesaria, la asunción de su propio control de su vida, la responsabilidad de sus actos y el respeto profundo hacia su persona y hacia los demás. Dejar la responsabilidad a los demás, para que sean consecuentes con sus actos es necesario para descargarse de problemas que no nos corresponden. Esta actitud va acompañada de valor, de profunda dignidad y respeto hacia un@ mism@ y hacia los demás.